Revueltas y el cine XI. La década prodigiosa, 3 de 3
- Elías Razo Hidalgo
- 10 abr 2016
- 13 Min. de lectura

Inicia la segunda mitad del 50, y la tragedia de Revueltas sigue manifestándose en la industria con la negativa de darle oportunidad de dirigir su proyecto sobre la santa de Cabora.
La segunda parte de la década del 50 será la que marque el fin del trabajo sistemático de José Revueltas en la elaboración de guiones cinematográficos, así como su inclusión dentro de esta industria, quizás orillado por la marginación a la que se le somete al negarle toda posibilidad de dirigir una película (máximo anhelo siempre expresado por él), quizás por la marginación a la que se somete a Rosaura Revueltas en el ambiente, después de su regreso triunfal de Europa, quizás cansado de luchar contra todos y contra todo, ya que ve con gran contrariedad la represión en los países de Europa Oriental por parte de la maquinaria militar asentada en la URSS, quizás por el reencuentro que tendrá de nuevo en la literatura, su ambiente natural, pero y sobre todo quizás hartado de la corrupción que se vive en el ambiente de las candilejas, y, aunque Revueltas es sinónimo de luchas incansables, en este segundo lustro de su década prodigiosa en el cine decidió darse un respiro.
Con Crevenna, en 1955 renace el deseo de dirigir
En 1955 colabora con Afredo B. Crevenna en un par de películas, la primera es Amor y pecado, que adapta de un argumento original de José Luis Calderón; la segunda, Donde el círculo termina, tomada de un argumento de Luis Spota. Ambas cintas dentro del marco de nueva política crediticia que experimentará el cine nacional, ya que se propone apoyar en adelante cintas de calidad argumentativa y de gran peso en el trabajo literario, por tal motivo se conforma la Productora Cinematográfica Latina, S. A., cuyo director, (el mismo Crevenna) quiere concentrar gran capital disponible para estas nuevas formas de pretender hacer cine y logra que le crezcan los presupuestos (en esos días, un filme de 750 mil pesos, en promedio, incrementaba a casi un millón de pesos sus costos).
A pesar de sus esfuerzos bien pagados, Crevenna nunca logra alcanzar los objetivos originales de hacer cine de calidad, pues el único beneficio, obviamente, fue para la empresa misma de Alfredo, que producirá cine sin pena ni gloria, con un estilo ecléctico de simple maquila de imágenes, hasta 1994 (al típico estilo de lo propuesto por el monopolio Jenkins).
Sin embargo, durante la filmación de Donde el círculo termina Revueltas conoce al productor Adolfo Lagos y entabla con él una relación muy estrecha. En ese momento se animan para concretar la filmación de un proyecto en torno a la santa de Cabora, de lo que queda confirmación en una carta a su hermana Rosaura, que entonces se encuentra trabajando en Berlín:
El productor con quien trabajo ha querido que participe presenciando toda la filmación de la película que produce (Talpa [hasta entonces el proyecto más costoso del cine mexicano, 2 millones de pesos, y un rotundo fracaso comercial]), a título de entrenamiento para que yo pueda dirigir el año entrante. Quiero plantearte todo el problema y las perspectivas muy objetivamente para que no nos hagamos ilusiones vanas y cimentemos todo en realidades firmes. Tu situación aquí sigue siendo difícil desde el punto de vista político y comercial [por su trabajo en La sal de la tierra]. Ambos aspectos están íntimamente ligados, pues tú sabes hasta qué grado la industria mexicana del cine depende de los yanquis. El boicot que se había iniciado contra de mí logré vencerlo, porque a fin de cuentas yo soy un trabajador técnico cuya participación en las películas está atrás de la cámara. Bien, pero el caso tuyo no es de ningún modo insuperable. El Lic. Lagos, una persona excepcional por muchísimos conceptos, ha sido el que más se ha empeñado en que yo dirija el año entrante. Cuando le propuse la Santa contigo se asustó, pero únicamente porque la Santanos reuniría a ti, a Manuel Álvarez Bravo y a mí. ¡Fíjate, nuestro ideal desde hace tantos años!
En este ambiente de entusiasmo trabaja José Revueltas, aunado a la reestructuración del gremio de directores cinematográficos que se dio, en donde el nuevo dirigente será su amigo Roberto Gavaldón, quien, asesorado por Revueltas, plantearía la necesidad de abrir puertas a nuevos talentos y brindar ayuda para que se amplíe considerablemente la rama de los directores. Con esto, sumado a la segura producción negociada ya por Revueltas, él veía ya un futuro dirigiendo a su propia hermana, en el marco del triunfo que se dio con La sal de la tierra, la película por tanto tiempo esperada: La santa de Cabora.
Regreso a la literatura
En 1956, animado por José Mancisidor, amigo íntimo de toda la vida de Revueltas, le lleva un manuscrito con el inquieto Juan José Arreola, que ya para este año llevaba 6 años dirigiendo y conduciendo la empresa editorial Los Presentes, que inició publicando a jóvenes sus plaquettes, pero que ya para entonces poseía más de 71 obras originales editadas.
Arreola ya conocía del prestigio de Revueltas y gustoso recibió el escrito original que ponía en sus manos de editor, como si fuera su primera novela (que en cierta medida así era), pues después de las mordaces críticas de sus compañeros no había vuelto a publicar nada y se había dedicado única y exclusivamente a escribir para cine. El título con el que reiniciaría en el sendero de la literatura para seguir sorprendiendo: En algún valle de lágrimas.
Arreola lo tenía siempre presente pues fue de sus más fervientes promotores en el periódico Occidente de México, donde reseñó El luto humano cuando apenas había salido de la imprenta, impactado por el estilo realista de Revueltas. Lo había seguido muy de cerca en su trabajo teatral (él mismo hacia teatro paralelo al de Revueltas) y siempre lo desconcertó el silencio que guardó José cuando fue víctima del linchamiento absurdo por Los días terrenales y El cuadrante de la Soledad, de tal forma que Arreola sería una especie de novo padrino que devolvía a Revueltas a su ambiente natural.
Por ello Revueltas se sale de su estilo y nos ofrece una pequeña novela completamente descriptiva relatando la vida de un personaje gris, mediocre y moralmente “bueno”, haciendo una clara referencia a uno de los primeros cuentos de Juan José, “Hizo el bien mientras vivió”, que publicó en la revista Eos en 1943.
Revueltas escribió la novela como guión cinematográfico, impregnado por el tiempo que tenía haciendo esto y sobre todo pensando agradecer de esta manera la generosidad del editor por brindarle esta nueva oportunidad de continuar su obra literaria.
1956, la conclusión del trabajo con Gavaldón
En este mismo año se da la conclusión del trabajo con Gavaldón, la adaptación para la cinta La escondida, melodrama revolucionario, basado en un argumento de Miguel N. Lira, hecho para Pedro Armendáriz y María Félix, en el estereotipo de pareja de enamorados en un anacrónico ambiente revolucionario zapatista, y al parecer la trama ya no daba para más. La cinta fue premiada con un Ariel en 1957 por el montaje, y así se llega a la conclusión de un trabajo ininterrumpido por más de 9 años y una producción fílmica digna de 12 cintas en las que el diálogo de esta pareja de realizadores cinematográficos rindió como pocas ocasiones hasta entonces lo habían hecho guionista y director (quizás paralelamente sólo con Magdaleno y el “Indio”).
Por esos días de escenas revolucionarias afina el guión de La santa de Cabora, basada en la novela Tomochic,de Heriberto Frías, que narra la rebelión del pueblo ocurrida en 1892, durante el gobierno de Porfirio Díaz, centrándose en la figura de Teresa Urrea, conocida como Santa de Cabora, una joven mestiza, que empezó a tener espectaculares ataques epilépticos y, según sus seguidores, obraba milagros; tenía visiones y podía predecir el futuro y realizar curaciones.
Teresa predicaba la justicia para la comunidad y otros pueblos de la región, defendiéndolos de la voracidad forestal y minera de las compañías concesionarias (inglesas y estadounidenses) del gobierno mexicano. Así ganó fama de santa en la región, y puesto que en la iglesia los tomochitecos no tenían párroco pusieron una imagen de la Urrea en el altar del templo. Cuando llegó un sacerdote demandó que la retiraran, pero los habitantes del lugar se negaron rotundamente, ante lo cual el párroco solicitó la ayuda de las autoridades civiles y militares para devolverlos a la obediencia, iniciándose así un conflicto civil que cronicó Frías, entonces militar porfirista, para Joaquín Clausell, pintor y editor, que sufrió cárcel por ello. Hoy, ese texto es considerado la primera novela de la Revolución mexicana.
A finales de este año se da la contrariedad de que la sección sindical de directores no abrió sus puertas a nuevos elementos y Revueltas hubo de sacrificar su inquietud de convertirse en realizador fílmico. Se lo comunica a su hermana
La Santa, contigo indiscutiblemente, como condición sine qua non se realizará, pero bajo la dirección casi probablemente de Gavaldón. A mí me parece muy bien, con tal de que se realice. Gavaldón está interesadísimo. Y como yo les he dicho (a los productores) que la historia no puede realizarse sin ti, los escrúpulos políticos los han hecho a un lado y aceptan.
Finalmente, los planes se ven frustrados puesto que el Sindicato de Directores Cinematográficos echó para atrás el proyecto. Le siguen bloqueando el camino a José Revueltas, aunado al boicot decretado en contra de Rosaura por el trabajo desarrollado en La sal…. La santa…, hay que mencionarlo, fue permanentemente apoyado por Rodolfo Landa (nombre artístico de Rodolfo Echeverría Álvarez), y no obstante que es el dirigente máximo de la ANDA desde 1953 (y hasta 1966), se ve impedido de apoyar la realización de este proyecto.
En alguna ocasión José Revueltas dijo al respecto:
Rosaura triunfó en Checoslovaquia; Rosaura triunfó en Moscú, en Berlín, en Roma, en Cuba; en México la ningunearon. Era tan reconocida y tan importante en los elencos en que participaba que alguna ocasión, me contó Neruda, en Alemania la fue a felicitar a su camerino y le preguntó que si estaba en algún tratamiento especial para blanquear la piel, porque no se notaba su mestizo color entre los blancos y rubios teutones, y ella, muerta de risa, le contestó que no, que fue al revés, que el tratamiento especial, pero de maquillaje para oscurecer su piel, fue para todo el personal del teatro, no sólo el elenco, sino incluso el personal de tramoya, que se solidarizó con la actriz y quisieron ser, por un momento al menos, mexicanos, como ella… Rosaura, Rosaura Revueltas…
El regreso al estilo
Los motivos de Caín (1957) representó el regreso definitivo de Revueltas a su ambiente creativo. Lo edita el Fondo de Cultura Económica y muestra a un Revueltas bien plantado, alejado de cualquier contaminación ideológica. La autocrítica constante a la que se somete desde principios de esta década da como resultado un escritor maduro, que retomaba sus temas y personajes tétricos, miserables.
Vale la pena señalar el rescate que hará Revueltas de un recuerdo periodístico que le ocurrió a finales de los 40 en su estancia en California: el encuentro con los Chucos, los Pachucos, los suavecitos méxico-norteamericanos que habitan en los suburbios de las ciudades de California y que recrea en esta novela; los Zoot suit de los cuales se habla en la prensa por una pelea callejera en la que ocurrió un asesinato; los jóvenes pachucones con los que se ensañó la justicia norteamericana, y a los que sólo les queda, para tratar de limpiar su figura (son señalados como greasy, grasientos mugrosos) ir a combatir en contra de los comunistas a Corea. Tal es la ambientación novelística.
Esta novela, de vaivenes de calidad, cuenta la trama que retomará Luis Valdez para su Fiebre Latina (1981), los traumas que ocasionan las guerras, las posturas ideológicas coherentes, la búsqueda de verdades en donde existen amistades a toda prueba y sobre todo el drama de las inhumanas torturas a las que se somete a los cautivos, cuyo derecho único es que tienen que soportar hasta el límite del hilo de vida todo el maltrato, por ser enemigos de los sistemas políticos. Todo esto contiene Los motivos de Caín, que repuntará para siempre al escritor Revueltas avocándolo a mantenerse en ese renglón de la creación, separándolo ya del ambiente cinematográfico.
El agua siempre busca su nivel
Hacia 1956 buscó la reconciliación con el Partido Comunista por todos los medios. Después de su experiencia en el malogrado Partido Popular de Lombardo Toledano (que José Revueltas había ayudado a fundar), en aquel tiempo una alternativa de organización para los luchadores de izquierda mexicana, un proyecto en donde todos los artistas querían participar (incluso fue militante de éste Salvador Novo), el reencuentro con el PCM fue un episodio acariciado largamente por Revueltas, después de 13 años de haber sido expulsado.
Como parte de la reconciliación y como una nueva luna de miel le corresponde a Revueltas ir a Europa en 1957, comisionado por el PCM para recorrer países que han vivido movimientos contra el sistema socialista. Acude gustoso y quiere congraciarse con antiguos camaradas. Va en función de reconocer el trabajo histórico “irreversible que está jugando la URSS en torno de los países de Europa Oriental”, escribiría.
Recorrerá Berlín (donde se encontrará con su hermana Rosaura y planearán nuevas estrategias de trabajo por allá, porque en México se cierra toda posibilidad para ellos y el arte de la pantalla y escénico). Va a Praga, se dirige a Budapest, en donde “comprueba la defensa que se dio contra el avance del fascismo durante la revuelta de 1956 y comprueba el compromiso de los comunistas húngaros con la revolución y el apoyo importantísimo de la URSS por impulsar los sistemas socialistas en el mundo”. Pasa a Trieste, en donde lo ataca la contaminación ideológica y a su decir “observa la frontera enorme que se da entre el sistema socialista y el capitalista, en donde se ve el trabajo productivo del campo del primero, en contra de un campo seco, estéril y de predios particulares en el segundo”; y es aquí, en Trieste, en donde hace la proclama en defensa de Hungría en la “Carta de Budapets a los escritores comunistas”, en la cual ensalza la labor de la Unión Soviética.
De Budapest se dirige en viaje relámpago a Moscú, donde realiza algunos encuentros con miembros de la industria cinematográfica soviética, para intentar convertirse en enlace con el continente americano y ser distribuidor de las cintas de aquel país. ¿Qué pasó con este encuentro, que a todas luces parecía favorable más a la URSS, urgida de abrir espacios culturales en América Latina, para promover las bondades “democráticas y revolucionarias del sistema del gobierno de los trabajadores proletarios en el mundo”?
Al mismo Pablo Neruda, autoridades soviéticas le habían encargado que recomendara escritores mexicanos para que se encargaran de equilibrar fuerzas y no todos los se inscribieran en el Centro Mexicano de Escritores, institución creada en 1951 a iniciativa de la menos que mediana novelista norteamericana Margaret Shedd, que, a través de financiadores de la Fundación Rockefeller se proporcionaban becas que aseguraban un ingreso mensual a jóvenes escritores por dos años, tiempo en el que tallereaban sus escritos originales.
¿Qué pasó con la URSS que no consolidó este acuerdo? Nunca se supo, lo cierto es que Revueltas en este momento está convencido de que él puede ser un puente para este acuerdo, pero se puede pensar que la URSS seguramente no lo veía como un dócil miembro del Partido Comunista. Por lo tanto este acuerdo comercial y cultural no se llega a concretar así, en ese momento. Tendría que esperar a surgir la Cuba de Castro para ello.
La reconciliación con el PCM parece que va por buen camino, pero vuelve a acometerlo la duda y se enfrenta a lo plateado por Jean-Paul Sartre en torno de la invasión de los tanques soviéticos a Hungría, aunque en su momento Revueltas no dice nada (guarda un “silencio revolucionario” hasta llegar a México), puede más su complicidad que la verdad histórica y no se echa contra las autoridades burocráticas de la URSS por la invasión y la represión a la llamada Revolución de Budapest, que ocurrió del 23 de octubre hasta el 10 de noviembre de 1956, días álgidos en los que se impidió que luchadores democráticos, muchos de ellos comunistas, pudieran llegar a elegir a sus autoridades de Partido. Más de tres mil húngaros y 800 soldados soviéticos perecieron en el conflicto. Unos 200 mil húngaros huyeron en calidad de refugiados. Los arrestos masivos y las acusaciones continuaron por meses.
Tales acciones soviéticas provocaron el rechazo de muchos marxistas occidentales, José Revueltas vive de nuevo los tiempos de los años 30 y 40, pero ahora a finales de los 50, y cree fielmente en que de nuevo hay que luchar por la democracia y contra el dogmatismo, pero sufrirá los estragos que se dieron en contra de la revolución hungara del 56: es señalado como dogmático, de ser un desviado y oportunista.
El reencuentro con el PCM duró sólo lo de la luna de miel en Europa, ya que prácticamente Revueltas se autoexcluye después de una fuerte crítica en contra de los dirigentes del PCM. Sobre todo a partir del inicio, desarrollo y conclusión del movimiento ferrocarrilero de 1957-1959, lidereado por Demetrio Vallejo y Valentín Campa, en el que se ve la imposibilidad de los dirigentes comunistas de saber qué hacer con este movimiento auténtico del proletariado, viéndose superados por los acontecimientos, pasmándose después de la represión y encarcelamiento de los dirigentes ferrocarrileros.
De tal suerte que es expulsado nuevamente del PCM a finales de 1959. Será la definitiva.
Fin del cine en la década del 50
José Revueltas explorará cosas interesantes como guionista en 1959, para casi alejarse de aquel ambiente y sólo volver a él en el futuro de forma esperada, en calidad de profesor de la primera escuela de cine en América, el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos.
El primer proyecto de ese gran final de cine será un trabajo con Juan Antonio Bardem (director militante del Partido Comunista Español que siempre dirigió en la misma España, contra cielo y marea, no obstante la censura y la represión que vivió por parte del régimen falangista), en donde adaptará de la serie de novelas de Ramón del Valle-Inclán llamada Sonatas: Memorias del marqués de Bradomín, que éste a su vez había adaptado para teatro en 1906, y que en cine le llamarán simplemente Sonatas, una coproducción entre México y España. Narra la historia de enredos amorosos atormentados de una bella joven que es salvada de “pecar” por un visitante que huye de España por cuestiones políticas y amorosas, pero al llegar a México se encuentra con La niña Chole (María Félix) de la que se enamora, redimiéndola de las relaciones amorosas tormentosas. Todo esto ambientado a mediados del siglo XIX en México.
La cinta logró reunir, por medio de Manuel Barbachano Ponce, a José Revueltas y a Juan de la Cabada para tratar de hacer un buen texto cinematográfico de Valle-Inclán, que a todas luces estaba censurado en España, pero no consiguió buenos resultados en taquilla (este año, el mismo Barbachano también produce Nazarín, de Luis Buñuel, con mejores resultados cinematográficos). El filme pasó sin pena ni gloria, no obstante la extraordinaria trama original.
En los otros dos proyectos fílmicos, Revueltas colaborará con Benito Alazraqui, realizando dos comedias para el lucimiento de un fenómeno televisivo que empezaba a despuntar, Manuel “El loco” Valdés: Las hermanas Karambazo y Con quien andan nuestros locos (antes La gallina de los huevos negros). Se decía que el entonces joven comediante pretendía seguir los pasos de su hermano mayor Germán Valdés “Tintán” en el cine, pero nunca se explotó correctamente el talento de “El loco”.
Cine de vacas flacas del propio Benito Alazraqui, que después de su extraordinario trabajo inicial (coescritor enEnamorada, del “Indio”, en 1946, y debutante director con Raíces, de 1954, que obtiene premios en Cannes), le toca dirigir alguno que otro bodriecillo (de 1959 y hasta 1971 se suspende, incluso, la entrega del Ariel y comienza una labor de sobrevivencia de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográfica), y el trabajo con estas cintas no le dejó ningún beneficio a Revueltas, ni a Alazraqui. Jenkins seguía venciendo en la partida y su modelo de hacer cine nacional sería el imperante por décadas.
Así concluye su trabajo de “técnico detrás de las cámaras”, como le gustaba describirse así mismo a José Revueltas. En los siguientes 15 años continuará su labor teórica sobre cine, seguirá produciendo pocos guiones y colaborará en por lo menos tres películas más (al paralelo de su militancia política trágica, su prolífica producción literaria y su indomable existencia en la política mexicana), pero ya sin la vibrante constancia de esta década que se diluía para él con la Revolución cubana.
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